Micro-relatos, cuentos, críticas y pensamientos...

lunes, 15 de marzo de 2010

Despertar

Me invade justo al despertar, tan solo por un instante, una sensación de extrañeza por la vida, en donde toda la existencia resulta incierta e inexplicable, me cuestiono a mi mismo en forma implícita donde estoy y que realmente soy, cual es la verdadera naturaleza de mi existencia y las de estas formas que se presentan ante mi.

Dicha sensación silente no tarda en empezar a disiparse, empiezo a retornar al mundo de los conceptos y se reconstituye mi ego, vuelvo a ser yo en simplicidad, explicado y eterno, y las cosas me parecen normal y la vida deja de parecerme extraña. Intento sin embargo contener aquella sensación a fuerza de memoria e intelecto, me levanto de la cama aun pensando sobre la sustancia de aquella sensación, me cepillo y me lavo el rostro, me encuentro con una de mis mascotas la cual me saluda con cierto entusiasmo y me percato de que aquel estado de extrañeza aun no se disipa por completo, me pongo en cuclillas, observando aquellos ojos expresivos, paso mis manos por su cabeza y su lomo y percibo la tibieza de su cuerpo y el rumor de su vida, y no logro evitar sentir cierta empatía, de estar en la misma existencia incierta que él, y que todos, pienso en como esta atado a sus pequeñas fluctuaciones de conciencia, a los placeres y al dolor, al envejecimiento, la enfermedad e incluso a las emociones, de la misma manera en que lo estoy yo, y sin atribuirle nombres o conceptos creí haber percibido su verdadera naturaleza y su valor, pero la experiencia no tardaba en disiparse, y el animal empezabame a parecérseme explicado y normal, y no tardo en llamarlo por su nombre y simplificarle, y en adoptar nuevamente mis conceptos de mundo, aquellos en donde un lagarto no es más que un simple lagarto, una cucaracha es “asquerosa” y una hormiga es insignificante, donde todo es conocido, natural y normal.

Me dirijo a mi habitación claramente conmovido, y no hago más que sentarme y meditar. Qué extraña es la vida.