miércoles, 28 de julio de 2010
Niño
martes, 27 de abril de 2010
Minuendo
Cuantas veces me he encontrado a mi mismo pensando sobre ti, extrañando tu presencia, desvariando con el recuerdo de tu sonrisa y tus labios tiernos y rosados, que larga se ha vuelto la espera, que tantas son las ganas de estar contigo.
Y evoco aquellos pensamientos sobre ti que activan mis sentidos, el deseo de verte, de escucharte, de tocarte, de olerte y de gustarte, todo al mismo tiempo y de manera inseparable. Sentimientos que nublan mis pensamientos y distraen la mente, crean impaciencia e intranquilizan el corazón. Reflejos de juventud que aluden a nuestra naturaleza irreflexiva y desenfrenada, a devociones efímeras pero intensas, a expresiones resonantes e indiscretas, a energías vitales y a placeres sutiles.
Y una vez transcurrido todo aquel estado entrópico, surgida la calma, percibo un ligero sentimiento de amor libre, unas ganas genuinas de que estés feliz, y todo deja de girar en torno de mi y mis deseos, encuentro la verdadera esencia de las cosas, y te percibo completa, me doy cuenta de tus formas más sublimes, y solo logro musitar dos palabras… te amo
lunes, 15 de marzo de 2010
Despertar
Me invade justo al despertar, tan solo por un instante, una sensación de extrañeza por la vida, en donde toda la existencia resulta incierta e inexplicable, me cuestiono a mi mismo en forma implícita donde estoy y que realmente soy, cual es la verdadera naturaleza de mi existencia y las de estas formas que se presentan ante mi.
Dicha sensación silente no tarda en empezar a disiparse, empiezo a retornar al mundo de los conceptos y se reconstituye mi ego, vuelvo a ser yo en simplicidad, explicado y eterno, y las cosas me parecen normal y la vida deja de parecerme extraña. Intento sin embargo contener aquella sensación a fuerza de memoria e intelecto, me levanto de la cama aun pensando sobre la sustancia de aquella sensación, me cepillo y me lavo el rostro, me encuentro con una de mis mascotas la cual me saluda con cierto entusiasmo y me percato de que aquel estado de extrañeza aun no se disipa por completo, me pongo en cuclillas, observando aquellos ojos expresivos, paso mis manos por su cabeza y su lomo y percibo la tibieza de su cuerpo y el rumor de su vida, y no logro evitar sentir cierta empatía, de estar en la misma existencia incierta que él, y que todos, pienso en como esta atado a sus pequeñas fluctuaciones de conciencia, a los placeres y al dolor, al envejecimiento, la enfermedad e incluso a las emociones, de la misma manera en que lo estoy yo, y sin atribuirle nombres o conceptos creí haber percibido su verdadera naturaleza y su valor, pero la experiencia no tardaba en disiparse, y el animal empezabame a parecérseme explicado y normal, y no tardo en llamarlo por su nombre y simplificarle, y en adoptar nuevamente mis conceptos de mundo, aquellos en donde un lagarto no es más que un simple lagarto, una cucaracha es “asquerosa” y una hormiga es insignificante, donde todo es conocido, natural y normal.
Me dirijo a mi habitación claramente conmovido, y no hago más que sentarme y meditar. Qué extraña es la vida.