jueves, 20 de enero de 2011
Dukkha
miércoles, 28 de julio de 2010
Niño
martes, 27 de abril de 2010
Minuendo
Cuantas veces me he encontrado a mi mismo pensando sobre ti, extrañando tu presencia, desvariando con el recuerdo de tu sonrisa y tus labios tiernos y rosados, que larga se ha vuelto la espera, que tantas son las ganas de estar contigo.
Y evoco aquellos pensamientos sobre ti que activan mis sentidos, el deseo de verte, de escucharte, de tocarte, de olerte y de gustarte, todo al mismo tiempo y de manera inseparable. Sentimientos que nublan mis pensamientos y distraen la mente, crean impaciencia e intranquilizan el corazón. Reflejos de juventud que aluden a nuestra naturaleza irreflexiva y desenfrenada, a devociones efímeras pero intensas, a expresiones resonantes e indiscretas, a energías vitales y a placeres sutiles.
Y una vez transcurrido todo aquel estado entrópico, surgida la calma, percibo un ligero sentimiento de amor libre, unas ganas genuinas de que estés feliz, y todo deja de girar en torno de mi y mis deseos, encuentro la verdadera esencia de las cosas, y te percibo completa, me doy cuenta de tus formas más sublimes, y solo logro musitar dos palabras… te amo
lunes, 15 de marzo de 2010
Despertar
Me invade justo al despertar, tan solo por un instante, una sensación de extrañeza por la vida, en donde toda la existencia resulta incierta e inexplicable, me cuestiono a mi mismo en forma implícita donde estoy y que realmente soy, cual es la verdadera naturaleza de mi existencia y las de estas formas que se presentan ante mi.
Dicha sensación silente no tarda en empezar a disiparse, empiezo a retornar al mundo de los conceptos y se reconstituye mi ego, vuelvo a ser yo en simplicidad, explicado y eterno, y las cosas me parecen normal y la vida deja de parecerme extraña. Intento sin embargo contener aquella sensación a fuerza de memoria e intelecto, me levanto de la cama aun pensando sobre la sustancia de aquella sensación, me cepillo y me lavo el rostro, me encuentro con una de mis mascotas la cual me saluda con cierto entusiasmo y me percato de que aquel estado de extrañeza aun no se disipa por completo, me pongo en cuclillas, observando aquellos ojos expresivos, paso mis manos por su cabeza y su lomo y percibo la tibieza de su cuerpo y el rumor de su vida, y no logro evitar sentir cierta empatía, de estar en la misma existencia incierta que él, y que todos, pienso en como esta atado a sus pequeñas fluctuaciones de conciencia, a los placeres y al dolor, al envejecimiento, la enfermedad e incluso a las emociones, de la misma manera en que lo estoy yo, y sin atribuirle nombres o conceptos creí haber percibido su verdadera naturaleza y su valor, pero la experiencia no tardaba en disiparse, y el animal empezabame a parecérseme explicado y normal, y no tardo en llamarlo por su nombre y simplificarle, y en adoptar nuevamente mis conceptos de mundo, aquellos en donde un lagarto no es más que un simple lagarto, una cucaracha es “asquerosa” y una hormiga es insignificante, donde todo es conocido, natural y normal.
Me dirijo a mi habitación claramente conmovido, y no hago más que sentarme y meditar. Qué extraña es la vida.
lunes, 30 de noviembre de 2009
Believe In
Intentando concebir la gran inmensidad del tiempo y del espacio, en donde tanto lo que ha sucedido como lo que ha de suceder se extiende hacia el infinito, y que al mismo tiempo, en cada instante podemos imaginar el espacio que se despliega de manera inmensurable, y también a aquellos seres que existen y son numerosos y aquellos que son desconocidos e inferimos que existen dada la vastedad de posibilidades. Y luego, comparando nuestro tiempo con todos los tiempos, y nuestro espacio con todos los espacios, y nuestra existencia con toda la existencia, me doy cuenta que tendemos a cero, y que nuestra realidad y experiencia, que nos es tan ingenuamente clara, no es más que un instante tan ínfimo que se pierde en el todo. Pero aún albergando dichas ideas, aún conociendo la insignificancia, el vacio y la ilusión de aquello que nos rodea y pensamos que posee cimientos sólidos, aún con ello y algo más, no dejo de sentir lo que siento por ti, ni de creer incorrectamente que lo que siento es eterno y que lo que vivo es infinito y que lo que eres es absoluto, y que aquellos ojos expresivos poseen magia, y aquel rostro sublime es panacea para el alma, ni tampoco que cada uno de tus rasgos que son dignos -cada uno de ellos- de un poema épico, son expresiones divinas.
domingo, 21 de diciembre de 2008
Sin palabraS
Expresar algo siempre necesitara de la interpretación del interlocutor, si se habla de cosas claramente definidas no existirá ningún problema, más sin embargo cuando de sentimientos se trata siempre hará juego la experiencia personal de cada quien, el amar, por ejemplo, no tendrá el mismo significado para dos personas aunque así lo parezca. Más será la aproximación que la exactitud, pero bien será lo suficientemente practico, siendo éste por definición, la expresión máxima de entrega.
El dilema surge cuando se intenta plasmar sentimientos que salen, o al menos así pensamos, de estas definiciones prácticas y generales, y adoptan una naturaleza estrictamente personal, como una gran gama de colores y tonalidades, que en fusión forman una firma única. Y aún siendo estos conocidos, utilizando sus nombres y apellidos no estaríamos conformes, pues, no harían honor a todo lo que, en conjunto, entrañan.
Y desde aquel gran embutido de sentimientos no se encuentra ni desde los más recónditos rincones de nuestra mente la palabra precisa ni el conjunto de estas, como si no existiese forma alguna de evocar tales sentimientos en el entendimiento (o los corazones) de los demás. Y nos sentimos totalmente incapaces, como niños que apenas pueden formar palabra alguna. Es entonces cuando ya no tenemos reparo alguno en volvernos totalmente metafóricos... inútilmente.
jueves, 18 de diciembre de 2008
DicotomíA
-¿qué haces?
-Pienso, en el absurdo y el sin sentido, en el inútil transcurrir de los días e intento fuera de allí obtener de alguna manera u otra mi motivación. ¿A ti que te facilita sobrellevar la rutina?, ¿qué te motiva?
-Quiero ser exitoso, y me reconozcan por ello. ¿Quién no se sentiría motivado con eso?, y si no es suficiente, obtener una vida estable debería serlo.
-Debería- y calló-
Pero no lo era, y a decir verdad para él no era más que un mero hecho puntual. La motivación por lo que te ofrece el mundo solo facilita las cosas, el camino fácil, por otro lado, no siempre es el deseable; la mentalidad existencialista sin embargo, dificulta, pero es más su deseo de encontrar una respuesta, su respuesta.
Prefiere voltear hacia sí mismo, -¿por qué tanta soledad?- se preguntan los demás. Pero ¿quién elige ser quién es?, los días de ser como todos los demás habían quedado en el pasado, nada había obtenido de tan atareada tarea, la individualidad lo llamaba y no ser de aquella manera suponía un fracaso inminente, la inercia por infelicidad no es ni será nunca una buena permutación.
-Oye- insistía el sujeto del primer dialogo-, y que tal el placer; si, el placer y todo lo que este suponga, tal y por cual vivimos ¿no es este digno de motivación?
-Definitivamente- respondió- para el hombre común y corriente- pensó-.
Bueno pero no suficiente, y no era el desprecio que encendía aquellas ideas como quizás se podría llegar a pensar, tampoco la soberbia, pues, al fin y al cabo toda vida honrada es igual de justa y valiosa que cualquier otra honrada, el granjero entonces de tales conceptualizaciones, era su manera de ser tal cual y como es.
Y como todo ser humano, fluctuante e inconstante, divagada entre lo que se podría considerar dos mundos distintos, sufriendo de los excesos que su forma de vida suponía, de soledades prolongadas a compañías incompletas, de sentimientos de sosiego a sentimientos de alienación, del control personal a el desconcierto de encontrarse solo, “¿que acaso nadie es como yo?”.